Hábito, Vicio, Adicción: lo que Debes Saber Antes de Dejar de Fumar
Suspensión del Tabaquismo Adicción, Fisiología, Psicología, Tabaquismo 0
En una publicación anterior hablamos de cómo se daba el proceso adictivo, por lo que solo me referiré a los conceptos necesarios para el presente tema.
Las adicciones son mucho muy difíciles de dejar y la del tabaco es de las peores debido a su amplia aceptación en algunos grupos sociales.
Un fumador adquiere una serie de comportamientos asociados al tabaco que corresponden a la parte psicológica de la adicción. La parte física está mediada por la nicotina, la cual se aloja en los receptores de las neuronas liberando dopamina y creando un ciclo de recompensa dependiente del consumo de tabaco.
La terminología que empleamos para referirnos a la relación con el cigarro tiene muchas imprecisiones. Las adicciones no son un vicio ni un mal hábito, sin embargo, nos referimos a ellas de esa forma creando confusión.
Vamos a empezar por entender la diferencia entre una adicción, un hábito y un vicio, para de ahí movernos al proceso interno para dejar de fumar.
Hábito:
Modo especial de proceder o conducirse adquirido por repetición de actos iguales o semejantes, u originado por tendencias instintivas (RAE, 2017).
Vicio:
Gusto especial o demasiado apetito de algo, que incita a usarlo frecuentemente y con exceso. (RAE, 2017).
Los hábitos son apreciados en nuestra sociedad, representan la posibilidad de llevar a cabo una serie de acciones sin necesidad de ser coaccionado; a los padres de familia les ahorran muchos dolores de cabeza cuando los hijos tienen buenos hábitos desarrollados: lavarse los dientes y las manos, leer, ordenar su habitación, hacer la tarea a tiempo, etc.
Para establecer un hábito en el repertorio de nuestras conductas basta con repetir la acción de forma metódica y por al menos 30 días consecutivos. Por ejemplo, tener hábitos saludables de sueño no es más que seguir una rutina la cual se volverá un hábito:
- Me lavo los dientes.
- Me pongo la pijama.
- Preparo mi ropa para el otro día.
- Apago la luz.
- Me duermo.
Este instructivo lo diseña cada persona y lo lleva a cabo siempre de la misma forma y a la misma hora. Al final, obtiene beneficios que se ven reflejados en su salud física y emocional.
Si estas mismas rutinas no se realizan, nos topamos entonces con los malos hábitos: llegar tarde, no asearse, ser incumplido, comer mal y los que se les ocurran.
Los malos hábitos a su vez tienen efectos negativos en la salud de la persona, pero eso no los convierte en una adicción.
Es el mismo caso para los vicios. En ellos se involucra un proceso de compulsión que lleva a las personas a desear más y más de algo. Como quien colecciona tenis o come muchos chocolates.
La diferencia entre estos términos y las adicciones es de naturaleza fisiológica. Nosotros cedemos el control a la sustancia y actuamos dependiendo de las necesidades impuestas por la misma.
Siendo así, dejar de consumir alguna droga nos tiene de inicio en desventaja. Estamos luchando contra una invasión mantenida por nosotros mismos.
Aun así, hay momentos en los que todos los adictos se plantean el romper con esa adicción y es ahí donde se debe aprovechar.
De acuerdo con Prochaska y DiClemente, los fumadores siguen varias etapas para dejar una adicción.
Al principio todos se encuentran en la etapa de la Pre-contemplación:
Las personas son incapaces de ver el problema: No me importa fumar, no me interesa dejar de fumar.
Después se pasa a una etapa de Contemplación:
Se plantea la idea a futuro. Si una persona desea dejar de fumar en los siguientes 6 meses, se considera que está en etapa de contemplación.
De ahí se para a la Preparación:
En ella la persona inicia con pequeños cambios, como fumar menos cigarros al día, fumar solo la mitad de cada cigarro o dejar de fumar en el auto. En esta etapa no se logra la abstinencia.
Posteriormente se llega a la etapa de la Acción. Los individuos han sido capaces de modificar su ambiente y experiencias para suspender el consumo. La acción puede ir de un día a seis meses.
Finalmente, se llega al Mantenimiento. Esto es posterior a los 6 meses y en él se llevan a cabo las acciones necesarias para no recaer en el consumo.
Las etapas de cambio tienen avances y retrocesos sin que eso signifique un fracaso. Muchas personas pueden regresar de la contemplación a la pre-contemplación o tener recaídas durante la abstinencia.
Aunque esto pareciera ser una debilidad personal, no implica una imposibilidad. Está demostrado que entre más veces se intenta seguir este proceso, más fácil se vuelve y se incrementan las posibilidades de dejarlo.
Resumiendo, no nos confundamos, fumar es una adicción, no es un vicio ni un mal hábito. A pesar de que las personas usen este vocabulario de modo coloquial y cotidiano, el fumador no debe engañarse y no debe permitir este engaño en sus hijos. La diferencia entre un mal hábito, un vicio y una adicción es de vida o muerte.
Siempre se puede dejar de fumar y aunque uno lo haya intentado sin éxito en varias ocasiones, no significa que no lo pueda lograr.
Por supuesto, siempre será más fácil no tener que hacerlo, de ahí la vital importancia de la prevención del consumo del tabaco y de cualquier otra droga.
Referencias
Prochaska J. DiClemente C. (1994). Cómo cambia la gente. Aplicaciones en los comportamientos adictivos. Revista de Toxicomanías. España; Vol. 1. pp 3-14.
Real Academia de la Lengua Española. Diccionario de la lengua española. Recuperado el 8 de septiembre de 2017 de: http://dle.rae.es/?id=DgIqVCc