La sociedad frente al consumo de tabaco.
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Mitad y mitad.
El tabaco cumple de todas, todas. Es quizá el único producto legal de consumo recreativo que si se usa como se indica, mata a la mitad de sus consumidores.
De alguna forma, eso no parece hacer mella en los intentos de las compañías tabacaleras por seguir produciendo y diversificando sus productos y sus mercados. Al contrario, desde los años 60’s, cuando empezó el esfuerzo de los gobiernos por regular el consumo y alertar sobre los riesgos del tabaco, las empresas iniciaron un ataque para “desmentir” que su producto fuera dañino.
Recordemos que, cuando el cigarro se empezó a hacer popular en el mundo, se le atribuían una serie de propiedades curativas cuyos mitos aún se perciben en la cultura popular:
- El cigarro me ayuda a hacer la digestión.
- El cigarro calma los nervios.
- El cigarro me ayuda a concentrarme.
- El cigarro quita el dolor de cabeza.
En la época prehispánica, los usaban no sólo con fines ceremoniales, sino también como medicamento hasta para los piquetes de animales ponzoñosos. A la fecha, el único uso industrial comprobado para el tabaco es como insecticida, y vaya que funciona.
La Organización Mundial de la Salud, elaboró un convenio para el combate al tabaco al que invitó a los países a suscribirse, se llama Convenio Marco de la OMS, para el Control del Tabaco. En él se estipulan acciones y compromisos para las naciones firmantes que se concentran en distintas áreas de la epidemia del tabaco. Su objetivo, tal como se desprende del documento original dice:
“El objetivo de este Convenio y sus protocolos consiste en proteger a las generaciones presentes y futuras contra las devastadoras consecuencias sanitaras, sociales, ambientales y económicas del consumo de tabaco y de la exposición al humo de tabaco proporcionando un marco para las medidas del control del tabaco que habrán de aplicar las Partes a nivel nacional, regional e internacional, a fin de reducir de manera continua y sustancial la prevalencia del consumo de tabaco y la exposición al consumo de tabaco”. (OMS, 2003).
El esfuerzo en México.
Nuestro país fue el primer firmante de la región de las Américas y ha llevado a cabo los compromisos derivados del convenio con bastante éxito. De ahí se desprenden la elaboración de la Ley General para el Control del Tabaco, el acuerdo para el aumento a los impuestos a los productos con tabaco, la implementación y rotación de pictogramas en las cajetillas de cigarros y la creación de la Oficina Nacional para el Control del Tabaco.
De hecho, en la ahora Ciudad de México, contamos con una de las únicas leyes a nivel mundial de protección contra el humo de segunda mano, la Ley de Protección a la Salud de los No Fumadores en el Distrito Federal. Esta ley entró en vigor en enero de 2004 y ha tenido una gran aceptación entre los distintos grupos de la sociedad. Su éxito fue reconocido en el año 2009 cuando recibió el Bloomberg Award for Tobacco Control 2009, un reconocimiento de excelencia por la protección a los no fumadores.
La ley la han replicado estados de la República como Veracruz y Chihuahua y ha sido referente para muchos estudios de caso a nivel nacional e internacional.
Siendo honestos, nuestro país hace muchas cosas para ayudar a las personas a evitar o dejar el consumo de tabaco, sin embargo, hay por lo menos, dos factores que obstaculizan esta labor. Por un lado, tenemos la diversificación de productos y estrategias de venta de las compañías tabacaleras y por el otro, la apatía y la franca desobediencia de las leyes. ¡Vaya que esa es una combinación muy común y terriblemente dañina en nuestro país! Y ese mismo desdén por las leyes ayuda a la venta ilegal de tabaco en todas sus formas.
En la actualidad, en México y a nivel mundial, la publicidad del tabaco ha incrementado su presencia después de la prohibición de los anuncios al aire. Aunque paradójico, no es extraño, ya que las formas de hacer publicidad no siempre necesitan del nombre o la marca para anunciar sus productos. Por ejemplo, en muchos expendios autorizados, los anaqueles con cigarros y puros se colocan cerca de dulces y con letreros a la altura de los ojos de los niños y eso estimula el interés en el producto para los “fumadores de reemplazo”, que es como las compañías de tabaco llaman a los niños y adolescentes. ¿A quiénes van a reemplazar?, pues a quienes se van muriendo.
La influencia no termina ahí, también encontramos por todos lados modelos sociales como artistas, cantantes y figuras públicas (los llamados influencers) consumiendo productos con tabaco y ahora, con la popularización de los cafés donde se consume Hooka, el gancho está a la vista y el antojo de todos.
Para protegerse de todas estas artimañas existen programas y medios de difusión enfocados y dedicados a combatir la epidemia del tabaco. No obstante, el mejor esfuerzo es aquel que venga del ejemplo y los compromisos establecidos en la casa y la comunidad. La ilegalidad se combate con legalidad y el desarrollo de habilidades de prevención ha demostrado ser una de las mejores armas para dotar a nuestros hijos contra la publicidad engañosa y las modas impuestas por productos como los cigarros electrónicos y las ya mencionadas pipas de agua (Hookah).
En nuestra siguiente publicación, hablaremos justamente de estos productos novedosos, su historia y los daños que causan a la salud.
Referencias.
Organización Mundial de la Salud. Convenio Marco de la OMS para el Control del Tabaco. Ginebra: OMS 2003. Reimpresión actualizada 2005.
Instituto Nacional de Salud Pública. Política pública para el control del tabaco en México. México: INSP: 2013.